Del mismo, a vna muger de alta gracia que vido y a la que le trobó en secreto estas coplas quando estábale mirando

Oyd, mi Dama, la muestra
que os vengo a trobar, ferido
de amor por la gracia vuestra;
e non con dubda siniestra
creays ques sentir fengido
la llama que, con graueza,
se abiua en el coraçón:
tenedla por gentileza
en pago a vuestra belleza
y en seña de mi passión.

Oydme con atención
mas non me busqueys los ojos,
que temo la perfetión
de vos culpar, con raçón,
mi fe mudada en despojos.
Yo's veo con tal amor
e quiero con tanta sobra,
que más valdrá por dolor
sy vos mirays el feruor
desta alma quen vos se cobra.

Yo biuo del alimento
de veros quan soys hermosa,
restándome atrevimiento
para vencer lo que siento
e pretender otra cosa.
¿Con quántas ansyas non diera,
por verme vos quanto's miro,
Señora, la vida entera,
sy el alma se me incinera,
syn suerte tal, de un sospiro?

Mas, sy de pronto ocurriera
quen vuestros ojos me hallara,
que gloria tal me vyniera
antes que la meresciera,
temo quel verme os manchara.
Y, desta verdad, os ruego
que vos dexeys que os adore
a versos, myentras m entrego
a que, merced deste fuego,
vuestra beldad me debore.

Dexando que yo's pretenda
sólo en nocturnas quimeras,
evitaré que os ofenda
lo humano quen mí s'encienda
en ynfinitas maneras.
Podeys pues, deste motiuo,
guardar silencio bastante
para tenerme catiuo
de amaros, quanto asy biuo,
negado a ser vuestro amante.