El nombre del jaguar

El 8 de Noviembre de 1519 las huestes españolas, encabezadas por Hernán Cortés, entraron a México-Tenochtitlan. Tras sangrientos combates, la última resistencia mexica sería derrotada en Tlatelolco, el 13 de Agosto de 1521.


Es de noche.
Quizás en la secreta memoria de los dioses
esta sea la última de todas.
Tras el lento amanecer
acaso no regresen el sueño
y el silencio de las horas oscuras.
Es posible que este cielo
no vuelva a deletrear la edad de las estrellas.

El Tiempo ha llegado a su piedra más profunda.

Mañana el sol revelará los rostros
y el número y el signo de los hombres
que abolirán la Historia con fuego y agua.
Inútilmente habrán nacido los hijos de sus padres.
Mañana el mundo y las usuales cosas que lo pueblan
serán arrebatados de su nombre primigenio.
El día nuevo borrará los anteriores
y el viento soplará sobre los valles
con una lengua sólida y extraña.

Será como si nada hubiera sido.
Será como si todo comenzara
a partir de una sombra sin inicio.

Y correrán los siglos y las lluvias,
y se hundirá la tierra bajo el peso de su propia nostalgia.
Un mundo ajeno se elevará sobre las ruinas.
Recios y complicados prismas de argamasa
invadirán los lagos y los bosques
y todo cuanto abarque la mirada
se inundará de anómalos prodigios.

Quinientos años pasarán
y un hombre pronunciará estas cosas.
En el turbio collar de sus palabras,
el mundo y las usuales cosas que lo pueblan
vibrarán de memoria y desagravio.
Nunca amanecerá,
la vasta noche ocupará la suma de los tiempos
y bajo el alto centro de su domo
relumbrará la forma de un jaguar.

Pero sólo serán palabras,
vanos reflejos de un idioma
cuya imagen ignorará las marcas del felino.
No alcanzarán las noches, ni el azar,
ni un silencio queriendo ser poesía...

Como una depravada ceremonia,
como una convulsión,
como una ráfaga,
mañana, cuando el suelo se abovede,
el tiempo se alzará desde su piedra más profunda
y el nombre de las cosas
quedará sepultado en el olvido.