Soneto del ocio

El ocio es un derecho elemental.
Estar es ser, y Dios, que lo sabía,
estuvo y fue en el más distante día
haciendo de la luz un uso igual.
La espuma, ¿no es el ocio de la sal
del mar? ¿No lo es del alma la alegría?
¿Desértico lugar no es la poesía
donde una flor deduce un manantial?
Ya Byron en sus horas de vacía
tarea ante la inercia se rendía...
Hayamos de morir del mismo mal
o hallemos de la vida la valía,
estamos en el Tiempo todavía
y somos un instante. –¿Pero cuál?